sábado, 15 de mayo de 2010

La gran ilusión


Estos días, en el Festival de Cannes, el genio de Manhattan, Woody Allen, ha presentado su penúltima película (porque ya está preparando su nuevo Summer Project) You will meet a tall dark stranger en la que, según las crónicas que llegan desde la lujosa y cinematográfica ciudad de la Costa Azul, vuelve a hablar de las relaciones de pareja con su humor inteligente, irónico y, en la mayoría de las ocasiones, con tintes autobiográficos, tanto en lo referente al propio Allen como en lo tocante a quienes nos gusta su cine.



Aparte de soltar una de sus clásicas perlas en la que, al ser preguntado por cuál era su relación exacta con la muerte, afirmó que "la verdad es que no ha cambiado demasiado, es la de siempre: estoy en contra de ella", también aseguró que la tristeza y el pesimismo le había acompañado desde que era un niño y que la vida es una pesadilla, si no se enfrenta, como dijeron Nietszche y Freud, con ilusión porque de lo contrario sería insoportable. Y es que es así. Si uno se para a pensarlo esto es un sufrimiento continuo. Amores no correspondidos, amistades que nos defraudan, conflictos familiares, desilusiones laborales, un mundo insolidario y despiadado que camina sin ningún remordimiento hacia el abismo... no son pocas razones como para ser pesimista y ver esto más como una condena que como un regalo.
Pero, como decía Albert Camus, estamos obstinados en vivir y la ilusión, esa gran ilusión, es nuestro aliado para tirar hacia adelante, para levantarnos cada mañana. Si nos la quitasen o la perdiésemos, esto sería jodidamente difícil. Y pienso que seguimos teniendo esa ilusión porque, al final, siempre hay recompensas, pequeñas recompensas en forma de miradas, de carcajadas, de regalos que nos hace esta pesadilla que decía Allen y que nos hacen seguir continuar el camino quizás por la simple razón de la curiosidad de ver que hay un poco más hacia delante, por ver que se esconde en el siguiente recodo del camino.

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