Ruleta rusa

Vivo por la costa del Golfo de México, en el estado de Florida en los EEUU. Desde las primeras noticias del 20 de abril 2010, cuando todos nos enteramos de la destrucción de la torre petrolera Deepwater Horizon, he leído innumerables artículos sobre el desastre. Lo están llamando un "derrame" de petróleo, pero es un término defectuoso. Prefiero que no utilicen esa palabra. En los estados del Golfo, lo que está ocurriendo es mucho mejor descrito como un "holocausto ambiental." La extinción regional de los pelícanos nativos, los delfines, las tortugas y las ballenas es muy trágica, pero muy pronto los seres humanos también se herirán o se morirán por enfermedades o accidentes relacionados con el desastre, o por otras causas fuera de su control. Los demás se verán afectados por los traumas psicológicos.



Así los residentes del Golfo se están enfrentando cada día con la muerte y la destrucción en todas sus formas. Me interesa leer los artículos sobre las reacciones psicológicas de los residentes de Louisiana, el estado más severamente afectado de todos. Sin esperanzas realistas de poder recuperar su modo de vida, y sin confianza en BP, muchos no creen que regrese la normalidad. La ansiedad colectiva de los residentes no tiene alivio. Los que vivían de la pesca o de los paseos en bote, ahora trabajan con BP en los trabajos de limpieza y ganan mucho menos de lo que antes ganaban. Además, como la compañia impone pruebas de droga a todos sus empleados, éstos ni pueden fumar la marihuana, lo que formaba otra parte de su cultura pescadora. Aumentan los suicidios, igual que los casos de depresión, el consumo de alcohol, y con eso, casos frecuentes de violencia doméstica. Dijo una mujer de un pescador: "Mi esposo se va tomando todas las noches. Nomás llega a casa y me grita. La comida no es buena, los pisos no están limpios. Para eso estoy, para que descargue su rabia conmigo."

A Florida ya se aproximan las mareas negras. Por el norte del estado, en mi ciudad de nacimiento, Pensacola, las playas se quedan abiertas a pesar de la presencia del crudo tirado en la arena. La semana pasada salieron reportajes de lluvia contaminada de petróleo, alcanzando las tierras de Louisiana y Florida. Otros informes están saliendo acerca de las cantidades preocupantes de gas metano que se liberan de la ruptura en el lecho marino. En esa profundidad del océano, la presión que rodea el metano es suficientemente peligrosa para provocar una inmensa explosión, que entonces produciría un tsunami devastador para toda la costa. Como si todo esto fuera poco, ya ha llegado la temporada de huracanes en la región, lo cual en mi opinion causa un efecto de preocupación constante. Una tormenta se podría dirigir por cualquier parte del golfo, absorbiendo el agua contaminada y después arrojándola sobre todo dentro de su radio. Y con los recuerdos de los horrores de Katrina aún en las mentes de la población, es difícil poder creer que el gobierno estadounidense respondería de una manera eficaz, si llegara otro huracán. Es como una "ruleta rusa" medioambiental. No sabemos cuando o de donde vendrá el golpe, pero seguimos con la temerosa certidumbre de que ya viene.