lunes, 19 de julio de 2010

El Champán de Fabra



Fabra ha vuelto y lo ha hecho con una comida regada con champán Moët Chandon. El nacionalfabrismo sigue más vigente que nunca, pese a los esfuerzos de algunos



De modo que CF, para celebrar su vuelta a la política tras el trasplante, va, coge, agarra y monta la comilona del siglo en su chaletorro rutilante de Platgetes, champán Moët Chandon incluido. Allí estuvieron, vestidos de cóctel, Moliner en calidad de eterno sucesor; Martínez en calidad de regente; y Esther Pallardó en calidad de no sabemos qué, más algún que otro gorrón que no se salta un arroz si es por la cara. La tribu del desfalco, o sea.
A nosotros, por supuesto, no nos invitaron por rojos y por contar cuatro cosas (cuando había muchas más por contar) y al PSOE le faltó tiempo para denunciar tanto despilfarro inútil, tanto champán frivolité en medio de la crisis. ¿Qué esperaban los concejales socialistas, que sus señorías de la bancada popular brindaran con un cartón de don Simón como perroflautas de la vida? Este PP siempre va a lo grande, hombre, así se esté rompiendo España por el espinazo. El mejor champán, el mejor mantel, los mejores trajes, los mejores coches, las mejores tías (y tíos, esto va para las feministas, que luego me mandan emilios en plan quejarse).
Platgetes es el Baden-Baden de Fabra, sólo le falta el hipódromo y el casino. El champán que se sirvió allí fue poco ético cuando hay 4 millones de parados que no pueden ni soñar con catarlo, eso es cierto. Pero uno quiere ver en ese champán otros fines más aviesos y ocultos, además del meramente placentero. El champán de CF llevaba un mensaje en la botella, un aviso para aquellos navegantes internos y externos que querían jubilarlo anticipadamente: aquí mando yo hasta el 2011 por lo menos, le ha dicho el gran gurú a sus acólitos.
Ese champán vergonzoso y dorado fue el agua bendita con el que los comensales/palmeros sancionaron la vuelta al culto nacionalfabrista, el botafumeiro etílico que regó el retorno al régimen que ha hecho de esta legislatura una de mafias, una odisea de pleitos (los pleitos superados y los que nos quedan por vivir) una gran aventura del dinero negro (eso del dinero negro es que tiene mucho vicio). Porque CF es ya un Ulises que rema en un mar proceloso de champán y juicios.
El de Platgetes fue un almuerzo private de trabajo, según decía la invitación oficial. El concepto de trabajo que tienen los instalados del poder es un tanto amplio y peculiar. Parece que de una forma o de otra, en este PP dandi almenado de escándalos el orden del día pasa siempre por un buen caldo o un buen champán. Luego ya habrá tiempo de tratar los asuntillos de Gobierno, que están todos olvidados, abandonados, como aquellas islas a la deriva de Hemingway. Con una comida veraniega y regia y un champán diorísimo frente al mar crepuscular de Platgetes, frente al cementerio marino de Valéry, CF le recuerda a los suyos y al pueblo quién manda aquí y ahora.
El señor presidente sale al porche con su American Express entre los dientes y anestesia a los suyos a fuerza de champán rico y caro, para que vayan soltándose las lenguas después de tres meses de ausencia presidencial. La lengua es el arma más poderosa que se ha inventado. Un gobernante avezado sabe que un buen champán, el mejor champán, sirve para poner ceguerón al rebaño y hacer que cante. A los postres, entre vapores etílicos, entre sonrisas y lágrimas, va saliendo el médium que cada cual lleva dentro. Y el personal empieza a largar lo que ha sido este sindiós de gobierno interino. Que si hemos colocado de extranjis unas toneladas de basura, que si la pasma nos ha cazado unos contratos gurtelianos, que si nos hemos fundido un dineral en asesores y dietazas, que si fulanito estuvo a punto de levantarle la silla al jefe. Entonces el presidente, con un sorbito de champán, como decía Juan Pardo, relaja los esfínteres y es cuando van aflorando los errores, las conspiraciones prematuras, los planes de jubilación anticipada, los pactos confusos, los trepillas de vuelo bajo, los liderazgos efímeros, los malos entendidos de los últimos tres meses hospitalarios. Seguro que algún aprendiz de Judas hasta sintió ganas de preguntarle aquello de «¿he sido yo, maestro?».
El champán de CF impresiona a los subordinados y unos callan y otros se van de la mui y todos salen en la portada del periódico progubernamental muy achispados, flipadillos, colocados de sumisión. Vizcaíno Casas imaginó qué pasaría si Franco hubiera resucitado al tercer año. Pues CF ha resucitado al tercer mes y ha puesto firme al personal a base de copazos. A ver quién es el guapo que se atreve a decir que no le gusta este champán.

Texto: José Antequera / Fotomontaje: Ateza

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