lunes, 26 de julio de 2010

El pastor y las ovejas



Un fiscal de apellido Pastor ha tenido la osadía de pedir 15 años de trullo para Fabra por dejarse querer por el diablo. De modo que al final ha tenido que venir un buen pastor a poner orden en el redil popular. Un pastor que ha cambiado el cayado por una calculadora inteligente y honesta. Hombres así son los que necesita el pueblo para ajustarle los números, los fraudes y los desfalcos a ese partido de lobos con piel de cordero.


Porque el gobierno provincial se había convertido en un rebaño de ovejas carnívoras que se estaban comiendo los billetes verdes de la democracia, los brotes verdes que nos quedaban. Unas ovejas comían y otras guardaban silencio borreguil. Haría falta un nuevo Linneo para estudiar esta extraña especie política, invasora y voraz, que lo está esquilmando todo. Nuestros líderes fabristas son como ovejas glotonas que tragan y tragan y nos están dejando el prado de la democracia como un secarral. Fabra investigado por sus dineros evanescentes, Martínez investigado por los fantasmas que votan por él, Aparici investigado por unos vertidos que ni el desparrame del Golfo de México. Un político fabrista es un matemático astuto que suma dos céntimos y el resultado siempre es uno.
Estamos, pues, en manos de una plaga de ovejas mendaces que no hacen otra cosa que pastar y pastar, rumiar, tragar, comerse el parné del ciudadano. Nuestro parné, o sea. Por eso nos urgía la venida salvífica de un pastor dispuesto a arrearle unos varazos al rebaño, un rebaño que abreva en el Moët Chandon, en el oro del pelotazo, en el pasto de la pasta.
Este fiscal es un George Clooney que mira fijamente a las cabras locas del PP y les saca el otro yo fraudulento que llevan dentro. Este fiscal tiene que ser un Bautista que viene para rebautizar la democracia cuando ya no confiábamos en ella, un Tío de la Vara que irrumpe cuando el rebaño se fuma los últimos marianitos, cuando las ovejas lo han ensuciado todo con la cagarruta de la avaricia, desde el sillón de Presidencia hasta la última covachuela del último funcionario. Pastor es un apóstol de Hacienda que lleva el IRPF falso de Fabra en una mano y el Código Penal en la otra (abierto por los mandamientos, mayormente el no robarás, en plan Charlton Heston). Una piara suelta de ovejas hambrientas guiadas por un macho dominante e insaciable puede hacer mucho daño a la democracia. Las churras (las del centro, si es que las hay) y las merinas (las del fascio, que las hay fijo) se terminan mezclando y son capaces de comérselo todo, de devorarlo todo: los sueldos oficiales y los extraoficiales, las comisiones fáciles, las moquetas y cortinas de la Dipu, los cuadros del agüelo Pantorrilles, los escaños de madera del hemiciclo, la caja fuerte municipal, los faxes y papeles comprometidos, y en ese plan. Había que parar las pezuñas a esos cabritillos.
Asistimos a un gobierno popular que se tambalea como un boxeador sonado, un gobierno de silencios, el silencio de los corderos/ovejas, o sea cremallera total y a llevárselo entero. Un gobierno nacionalfabrista que se recordará por su instinto básico, el instinto de la billetera, con la Pallardó muy metida en el papel de Sharon Stone (sin el cruce de piernas, que ella es decentísima).
Para mí que este gobierno trilero, biuti, taleguero, quinqui, debería quitar ya la gaviota del escudo y colocar una oveja masticando el billetamen junto a un pastor rampante navaja en mano y dispuesto para el sacrificio. A uno se le ocurre que Rajoy, cuando se le hayan terminado las excusas y los recursos judiciales, podría ir pensando en soltar por los pasillos de los juzgados a sus ovejas negras y descarriadas en una especie de gran trashumancia de viciosos y golfos. Como se lo comen todo, seguro que a las ovejas les va entrando el hambre y hasta se animan a ramonear las montañas de papel de tantas querellas y denuncias. Sería una forma de acabar con el atasco judicial y los escándalos.
Mientras tanto, llega un pastor para hacerse unas chuletas de cordero. Bon apetit.

Texto: José Antequera / Ilustración: Ateza

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