martes, 13 de julio de 2010

Redada Brugal



José Joaquín, tú no, hombre, tú eras nuestro héroe zaplanista, nuestro Superman de la Vega Media, nuestro Aragorn de la Tierra Media. Tú te enfrentabas a los orcos del campismo y a los palanqueros de la corrupción con el brío de un titán en extinción. No nos terminamos de creer que te hayan entrullado, siquiera por doce horas. Qué cosas, oyes. 




Anticorrupción dice que oficiabas y obispabas en las contrataciones ésas de las basuras malolientes. Te acusan de estar presente en las sospechosas sobremesas, cuando la calderilla circulaba bajo la mesa. Pero tú no sabías nada, dinos que tú no sabías nada, júralo por Snoopy, por Rajoy, por Zaplana.
La Policía ha entrado en tu chalé, ha revuelto tus cosas, tu vida, tu alma. Como a un vulgar Vaquilla ganzuero y revientacoches del Carabanchel bajo. Tú no, tío, José Joaquín, tron, tú no. No puede ser que tu también te hayas zombificado con el veneno del dinero voluptuoso. Tiene que ser un mal sueño, una pesadilla sociata de verano.
Tú habías acuñado un seny blavero que no nos chirriaba, una forma de hacer, una metafísica coherente y lógica ante tanto Gürtel, desparrame y corrupsió. Tú, José Joaquín, con tu look moreno Benidorm, con tu porte de cavalliere berlusconiano que plantaba cara al patrone Camps, con tu desparpajo de Robin Hood de la vida pública, chuleabas a los de arriba y provocabas la admiración de los de abajo.  ¿Cómo ha podido ocurrir, José Joaquín? ¿Cómo ha podido suceder?
Nos tenías camelados con ese rollo cabal que te marcabas, con ese ese nardo de tío inconsútil que te tirabas cuando salías en Canal Prou desafiando a los amos del Consell. Ahora te quieren meter en la movida ésa de las basuras, la basura es la esencia de lo humano, lo dijimos aquí la pasada columna y no vamos a entrar de nuevo por no aburrir.
Ya eres una celebrity nacional, ya tienes tu propio caso. En este país el político que no tiene un caso es un piltrafilla. Hay que doctorarse en Derecho Penal, como los buenos macarras. El caso Brugal. Suena etílico. Pero no puede ser cierto, José Joaquín, esto no pasará de una redada menor Saturday Night Fever, de un Watergate estilo Pinoso, ya lo verás. Es como si la policía y los jueces se hubieran metido un chute de Brugal y se hubieran echado al monte, como bagaudas del PP. Tú no, José Joaquín, dinos que no es cierto, porfa, por dios, dinos que tú no has caído, que fueron otros los que te liaron, ellos, los de siempre, los de la corbata y el bigote, los duques de Feria del dinero pestilente, que están ahí, de sombrones cortesanos, de cuervos del urbanismo trincón, esperando que les caiga una comisión tonta o una adjudicación o un chupito administrativo. Ellos te pegaron el mal. La sangre se hereda, el vicio se pega, que dice Mateo Alemán.
Háblanos, Moisés del Tajo-Segura, dinos que nada de esto está ocurriendo de verdad, anda. La pasma merodeando por tu chalé, el fiscal hurgando en la cesta de tu ropa, tus mejores amigos detenidos en el encierro de San Fermín (esto sí que ha sido un encierro) los perros husmeando el soborno, buscando el cohecho, siguiendo el rastro del parné de mierda del que tú nada sabes, porque tú eres virgen inocente en esta orgía de la democracia sucia que nos ha tocado vivir. Eso seguro. Tú, José Joaquín, no puedes ser como otros homólogos diputativos que están hasta las trancas. Tú figurabas en la vanguardia de la subversión pepera, eras un outsider, un lumpen del sistema, ibas a tu aire, easy rider, y eso nos molaba mogollón, porque hasta apelabas al código ético del partido aquellos días en que el partido se iba de bareta y de grandes eventos con el Bigotes y el Correa. Cuando nadie en el PP quería escuchar tus moralinas, cuando nadie se atrevía a alzar la voz ante lo que estaba pasando, tú, José Joaquín, invocabas el código ético, como el cura dominguero que se desgañita, Biblia en mano, ante una iglesia vacía.
Por eso te vemos metido en el fango y la tolvanera y no te reconocemos. Eres como ese Robert Mitchum de la Noche del Cazador que lleva tatuado Amor en una mano y Odio en la otra. Y esa especie de androginia política (¿ángel o diablo?) nos confunde. Primero Fabra, luego Camps, ahora tú. ¿Es que no va a quedar ninguno sano? Dinos  ya que todo es mentira. Dilo ya, por tu padre.

Texto: José Antequera / Fotomontaje: Ateza

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